Cuán grande es mi dolor,
cuán terrible es mi desdicha,
atadas mis manos están,
y mi voz ya no se escucha.
Este amargo infortunio,
me ha atrapado... Y muero,
muero lentamente,
pues ya no estás a mi lado.
Eras la razón de mi existir,
aunque nunca dije nada,
nunca proclame el amor,
y ahora he de desaparecer.
Pues mi corazón sangrante,
sufre de dolor, y muere,
muere para no seguir...
Para no seguir padeciendo.
Esta pena quema mi alma,
y ahoga mis sueños,
¡ya nada tiene sentido!
La soledad me acompaña.
Soy un soldado del destino,
un alma solitaria que sufre,
un viviente sin corazón,
sin vida ni sueños, sin nada.
Pronto acabara este dolor,
pues ha de cesar para siempre,
mis ataduras serán rotas
No hay comentarios:
Publicar un comentario