En aquel instante,
momentos de amargura,
una profunda tristeza
embargaba mi ser...
¡Sentí desfallecer el corazón!
¡Sentí morir de sufrimiento!
Pues mi alma padecía
de quebrantos;
carcomieron mis sueños,
y anegaron mis anhelos,
como nada fui estimado, pero tú, ¡tú, amada mía!
carcomieron mis sueños,
y anegaron mis anhelos,
como nada fui estimado, pero tú, ¡tú, amada mía!
Ajeno amor, hermoso
amor,
que abrazaste mis espaldas,
y me brindaste de tu mano bendita,
que abrazaste mis espaldas,
y me brindaste de tu mano bendita,
que llegaste a mi camino,
como enviada de otro
tiempo,
de otros rumbos;
que curaste mis heridas y sanaste mi aflicción,
de otros rumbos;
que curaste mis heridas y sanaste mi aflicción,
con dulces besos
fui librado...
¡Librado de un
amor ingrato!
De un amor impuro,
infame pasado de cruentos
desengaños,
mentiras y ásperos
sinsabores,
que aun no he
olvidado, que aun sigo callando,
tan tristes, tan
amargos,
como ajenjo y
hiel... ¡Así es como me siento!
Así se pinta, este
duro recuerdo.
Autor del escrito:
Dante Moshue Díaz
Linares (Conde Apocalíptico)
SIMPLEMENTE LINDO
ResponderEliminarhermoso poema
ResponderEliminar